Tan poca vida: una reseña del libro "A Little Life" de Hanya Yanagihara

 

Fotografía de de Peter Hujar fechada en 1987, utilizada en la portada del libro Tan poca vida de Tanya Yanagihara. La fotografía retrata al protagonista en pleno orgasmo.

La búsqueda de paralelismos con la vida de los autores es una obsesión obvia para quienes buscan analizar las coincidencias vitales que comparten con los creadores de las narraciones que les obsesionan. Quizás por pura morbosidad, por intentar comprender al autor que les ha brindado entretenimiento o quizás para entender si ellos pueden llegar a crear una obra similar y con igual éxito al haber vivido lo mismo. Pero casi siempre las tangentes son más comunes que los puntos en común, lo cual hace pensar que vidas en apariencia tan diferentes, pueden llegar a tener nexos de unión no tan obvios. ¿Por qué resonamos con personajes ficticios con líneas vitales tan diferentes a las nuestras? La única explicación que encuentro y que justifica mi pasión por esta novela es la existencia de unas emociones universales que todos compartimos y experimentamos con casos únicos, y reflejan una generalidad en los sentimientos limitados y comunes de los seres humanos. 

El truco de crear una imagen cercana y una narrativa fácil de identificar está reservado para las estrellas en principio catalogadas como planas. Una cantante despampanante que sufría bullying, el chico guapo y rico al que acosan por redes... Una estrategia eficiente pero carente de poesía. Igual de válida y entretenida pero demasiado directa y obvia, que puede pecar de explotar el victimismo como herramienta para generar empatía. Empaquetadas bajo narrativas en apariencia lejanas, las emociones pueden conectar de forma más directa, aunque en principio no resulten tan obvias las conexiones. 

El mejor drama no es con el que te sientes identificado de forma objetiva sino con el que te sientes agradecido por la vida que tienes.

En entrevistas realizadas en la promoción del libro, la autora especifica que buscaba escribir una historia en la que los protagonistas nunca mejoran y bajo esta máxima, conectar con el personaje principal de la novela puede ser horripilante. Sobre todo por la brutalidad de los traumas que le sobrecogen, pero hay una idea general que gravita entorno a él y que nos hace reflexionar profundamente sobre nuestra actitud vital y responsabilidades: la auto-percepción hostil del mundo, de quienes somos y que nos merecemos nos la creamos nosotros mismos. A veces como castigo propio y otras disparado por los repeticiones de otros que nos aminoran. Igualmente aunque el desencadenante sea externo siempre se llega a un punto de autoindulgencia (bonita palabra utilizada en la novela que hacia tiempo que no escuchaba) y es el propio cerebro el que moldea nuestra propia auto-concepción haciéndonos sentir lástima hacia nosotros mismo. 

En una época en la que el burn-out, la ansiedad y la depresión se han convertido casi en sinónimos de vivir en una sociedad desarrollada, esta idea tan agresiva de como siendo afortunados a veces nos seguimos sintiendo vacíos, hace que sea muy fácil conectar con la novela, a pesar de la reticencia que provocan algunos hechos escabrosos relatados en la misma.

Creo necesario destacar un tema relacionado con las numerosas reflexiones y debates generados por esta narrativa y que parecen estar de gran actualidad en otros numerosos ámbitos: el entendimiento a los hombres por su dificultad para expresar sus emociones, ya que han sido criados sujetos a una educación focalizada en la represión de las debilidades y por ende, de la muestra de sentimientos y emociones íntimas que resalten flaquezas. Algo cierto y empático a la hora de plantear. Pero que es necesario divulgar con extremo cuidado pues está derivando en la excusa de actitudes y actuaciones masculinas, que se tienden a perdonar más fácilmente, achacándolo a este discurso. "Oh pobres hombres que no saben mostrar sus sentimientos porque fueron duros con ellos de pequeños" es una expresión simplificada que resume esta nueva herramienta silenciosa que exculpa al sexo masculino de tendencias muchas veces cuestionables. De forma drástica y exagerada un planteamiento que sirve para afianzar el patriarcado sutilmente, perdonando conductas a los hombres que inferiorizan a las mujeres, pues ellas siguen cargando con numerosos pesos sociales sin que nadie les exculpe por su educación o infancia vivida. En Tan poca vida, la dificultad del protagonista para abrirse con sus seres queridos es una respuesta a un trauma. Recordémoslo y no lo generalicemos como una característica vulnerable del sexo masculino.

El libro Tan poca vida de Hanya Yanagihara es:

HORRIPILANTE. SANADOR. ADICTIVO.

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